Personaje de interés

Ainara López

Cocinera e instagramer

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¿Quién es Ainara López Torremocha?

Soy muchas cosas. Lo que más me gusta es enseñar lo que amo y conozco: la cocina en su gran amplitud. Dulce, salado, panadería, cocinas de aquí y de allá o todo junto. La cocina es libre y mágica...

¿Desde cuándo tu vida está ligada a la cocina?

Sobre todo, desde que murió mi aita. Yo tenía siete años y me tuve que hacer cargo de la cocina en mi casa. La vida me dio un tortazo que me mandó unos cuantos años adelante. Me recuerdo subida a un taburete, cocinando lo que podía y escribiéndole a mi ama el menú diario a modo de carta de restaurante para que se animara a comer. Creo que la cocina me salvó de alguna manera, porque hoy en día también es mi válvula de escape. A veces la vida elige por ti y eso es lo que creo: yo no elegí la cocina, ella me eligió a mí.

¿Qué te han dado las redes sociales?

Han abierto mi cocina y mis gustos gastronómicos al mundo. Además, he conocido a gente muy interesante que, de otra manera, hubiera sido imposible. Es un arma de doble filo con la cual hay que tener mesura y cuidado para no perder la credibilidad que cuesta tanto conseguir. Yo puedo dormir tranquila. Recomiendo lo que me gusta, enseño lo que sé sin trampa ni cartón.

¿La pandemia nos ha devuelto el placer de cocinar?

La pandemia nos ha dejado parados en el tiempo y en nuestras casas. Hay personas que se han encontrado ahí, frente a la cocina, mirándose como desconocidos. Por otro lado, creo que hemos aprendido a organizarnos, a aprovechar los recursos y eso es algo que se tiene que quedar, por responsabilidad con el planeta, porque la comida no se tira.

¿Eres más foodie o glotona?

No sé si la palabra foodie me va mucho. Soy una amante de la cocina y ahí la glotonería no entra. Soy de degustar, de saborear, de mirar y oler. De hecho, a mi hija no solo le enseño a comer, también a disfrutar de la comida. No concibo hacer y emplatar ninguna cosa sin gusto; ni siquiera en mi casa hacer y emplatar cualquier cosa sin gracia ni ganas. Y cuando disfruto de la hostelería también intento que sea en lugares que me den esa parte de placer tan maravilloso que te puede dar comer algo realmente bueno.

¿Cuál es tu ‘magdalena de Proust’?

Mi abuelo cortando jamón cuando volvíamos de la piscina en verano y los melones que compraba a aquel hombre que venía en furgoneta. La croqueta y el mosto que me invitaban mis aitas en el Paco Bueno cuando era txiki. La textura de las rosquillas de mi abuela María y su tarta de manzana. Los callos de mi madre...

Si fueras un plato, serías...

Un mejillón tigre.

¿Qué relación tienes con el mercado San Martín?

Parte de mis recuerdos de infancia cuando iba con mi madre a comprar verduras a las caseras y pescado. Son recuerdos en blanco y negro, con un punto de nostalgia. Ahora me gusta ver los puestos de las caseras y caseros, las flores, el puesto de prensa, pararme a mirar los pescados y carnes y si es propicio el día tomarme algo ahí mismo, cenar dentro del mercado, en Maun Grill Bar, me ha parecido de las experiencias más curiosas que he vivido últimamente.

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